Postboda con Javier y Elena entre acantilados y viento asturiano
Volvimos a vernos después de la boda, esta vez con el mar como telón de fondo. Eligieron un rincón espectacular de la costa asturiana para su postboda, y tuvimos sol, sí… pero también ese viento nordeste que a veces se cuela en los días más bonitos.
Puede que sea algo incómodo si no te gusta que se te mueva el pelo, pero cuando llevas una capa como la que llevaba Elena —ligera, vaporosa, con la misma caída etérea de un velo, pero sujeta a los hombros— el viento se convierte en tu mejor aliado. El juego que nos dio en las fotos fue brutal. Parecía que volaba.
El vestido de Jordi Dalmau volvió a brillar como el primer día. Si ya me había encantado en la boda en el Palacio de Valdesoto, tenerlo de nuevo delante de la cámara con esta luz y este paisaje fue otro regalo. No me canso de decirlo: Jordi Dalmau sabe cómo hacer que una novia se sienta única.
Y poco más que añadir, porque las imágenes lo dicen todo: paisajes infinitos, una puesta de sol de esas que te dejan sin palabras, y dos personas increíbles con las que es un gustazo trabajar. Yo, feliz, porque cuando conectas así con una pareja, todo fluye y tu trabajo se convierte en un disfrute absoluto.