La preciosa boda de Iris y Daniel en Gijón.
Lo de Iris y Daniel fue puro amor. Amor entre ellos, por supuesto, pero también hacia su gente, hacia la familia y los amigos. Son una pareja más bien tímida, reservada, pero con las ideas clarísimas. Querían una boda para disfrutarla de verdad, a su manera, y ya sabéis que a mí eso me encanta. Cuando una pareja pone el alma en su boda, todo fluye distinto.
Eligieron hacer la ceremonia en una iglesia muy pequeña, muy cerca de la zona donde vive la familia. Tan pequeña que no cabían todos los invitados… ¡pero quedó tan acogedora! Y qué decir de la entrada de la iglesia… es-pec-ta-cu-lar. El diseño floral de Doña Cúrcuma convirtió ese rincón en un auténtico cuento. Un ambiente íntimo, lleno de detalles, perfecto para un “sí quiero” tan especial.
Después, se fueron directos al aperitivo, que fue largo y de esos que te hacen pensar: “me quedaría aquí toda la tarde”. Estaciones de cocina en directo, una mesa de quesos brutal… y ellos lo tenían claro: un mini reportaje de pareja y a brindar, que de eso se trataba.
El Palacio de la Riega fue el lugar elegido para la celebración, y qué maravilla. Ya lo sabéis: es uno de esos sitios que siempre me hace ilusión volver. Las vistas a Gijón son de las que te dejan sin palabras y, aunque hacía mucho viento y no pudieron hacer el aperitivo fuera, el interior del palacio no se quedó atrás. Es elegante, cálido y con ese punto mágico que hace que todo luzca más. Además, todo estuvo en manos del catering Manzano, que es garantía absoluta de que cada bocado es oro puro. El Palacio de la Riega + Manzano = éxito asegurado.
Pero si hubo algo que marcó la estética de la boda, fue el vestido de Iris. Firmado por Redondo Brand (sí, Redondo Brand, lo digo una vez más porque lo merece), era simplemente espectacular. Un diseño femenino, con volumen y mucha personalidad. De manga larga abullonada, pero desmontable, porque debajo escondía un palabra de honor sencillo y elegante. Y la cola… madre mía esa cola. Salía desde el escote de la espalda, con una tela vaporosa que flotaba como si tuviera vida propia.
Del maquillaje y el peinado se encargó Ana Arpirez, que acertó de lleno con un look limpio, natural y muy favorecedor. Iris completó el conjunto con un ramo precioso de anémonas diseñado también por Doña Cúrcuma, delicado y con un punto silvestre que encajaba perfectamente con el estilo de la boda (y que me hizo añadir esta flor a mi lista de favoritas).
Él, Daniel, también estaba impecable, con un traje de Bernardo Boutique que le sentaba como un guante, y luego la fiesta fue cosa de Javi Bodas, que supo leer el ambiente y hacer que todo el mundo terminara en la pista de baile sin querer que se acabara el día.
El Palacio de la Riega brilló en esta boda de invierno con luz propia, pero los que realmente lo llenaron de magia fueron ellos dos. Gracias Iris y Daniel, por hacerlo todo tan fácil, tan bonito y tan vuestro.