Preboda con Laura y Carlos en la costa asturiana
Lo que parecía un día gris y pasado por agua acabó siendo una tarde de esas que no se olvidan. Nos sorprendieron no una… sino dos tormentas de verano. Dos nubarrones negros nos rodearon como si vinieran directos a por nosotros, pero —cosas de la suerte o del universo fotográfico— pasaron de largo. ¿El resultado? Unos cielos espectaculares, de esos que solo la costa asturiana puede regalarnos.
Laura y Carlos llegaron con la sonrisa puesta, como siempre. Esa simpatía suya tan natural, esas ganas de celebrar y de hablarme de todas las cositas que estaban preparando para su boda… es un gustazo conocer así a una pareja, antes del gran día. Las prebodas son ese espacio sin reloj en el que hablamos, reímos, paseamos entre acantilados y empezamos a construir juntos los recuerdos que vendrán.
Carlos me habló de varios viajes fuera de España que había hecho con sus padres de pequeño, y que de todo aquello solo conservaba una o dos fotos. Y en ese momento pensé: esta es una de esas parejas que va a disfrutar de su boda al máximo, sin preocuparse por la cámara… pero que el día de mañana va a valorar muchísimo tener todos esos recuerdos guardados. Y ahí estaba yo, feliz de formar parte de esa historia.
Además, Laura se trajo dos looks y cambió de vestido a mitad de la sesión, dándonos otro aire, otro juego, otra vibra. Y, sinceramente… fue una pequeña pista de lo que pasaría el día de la boda.
Y si queréis ver cómo acabó todo esto, cómo fue esa pedazo de boda que montaron… haced clic [aquí]. No os la perdáis.